10 cosas que nadie te contará sobre viajar

Viajar es una de las mejores cosas que puedes hacer en la vida, una experiencia única. Viajar es la mejor escuela en la que aprendes a ser libre en el sentido más amplio de la palabra. Viajar es la mejor inversión que podrás hacer en tu vida.

Efectivamente, viajar es una de las mejores cosas que puedes hacer, pero no siempre es tan bonito como te pueden contar. Por eso, te dejamos una selección de 10 cosas que nadie te contará sobre viajar:

1. A veces el camino más rápido no es en línea recta o los largos trayectos en transporte local

Miras el mapa, marcas los puntos A y B, compruebas los kilómetros, haces la media y obtienes una duración aproximada de dos horas de trayecto. Lamentamos decirte que esto, cuando estás de viaje, no se cumple prácticamente nunca.

Dependiendo del país en el que te encuentres, esta regla es inversamente proporcional a lo calculado inicialmente. Cuanto más cerca están dos puntos en el mapa, más tardarás en alcanzarlos.

Esta es una de las cosas que nadie te contará sobre viajar; las largas horas en autobuses incómodos, las interminables noches en literas de trenes en las que tu compañero de vagón no deja de roncar o las inaguantables horas en un tuk-tuk soportando las retenciones de hora punta en la que la contaminación entra por cada poro de tu cuerpo.

Transporte local

Eso sí, hay algo que no podemos negar y es que cuando estás de viaje, todo eso se lleva con mejor humor y muchas veces, pese a los largos trayectos, estos nos regalan fantásticos paisajes y experiencias.

2. Las largas horas de espera en los aeropuertos, autobuses o trenes

Todo el mundo te envidia cuando te vas de viaje, incluso cuando dices que el vuelo es de 13 horas y que tienes una escala de 8 horas en la que no sabrás qué hacer y estarás perdida en un aeropuerto. Aun así, siguen pensando que eres la persona más afortunada del mundo.

En cierta manera, sí lo eres pero, ¿quién puede decir que es una pasada estar 8 horas en una silla intentando echar una cabezadita?

En Dubai, por ejemplo, un punto donde se suele hacer escala camino a Asia, el aeropuerto es una auténtica pasada ya que incluso tienen sillones reclinables que parecen camas, pero a ver quién es el guapo que pilla uno.

Lógicamente, cuando tú llegas ya están ocupados y nadie va a dejarlos por mucha cara de pena que pongas, así que probablemente te tocará pasar las 8 horas entre una silla y los cientos de comercios donde podrás encontrar cualquier cosa que busques. Eso sí, a unos precios prohibitivos.

3. No siempre la gastronomía es deliciosa o te sienta bien

La gastronomía es una de las grandes razones por las que mucha gente viaja. Degustar platos exóticos, sabores nuevos o texturas imposibles se vuelve parte de un viaje, aunque no siempre es todo tan bonito como pueda parecer. Los viajeros, a menudo, llevamos un presupuesto ajustado, por lo que no vamos de restaurante en restaurante sentándonos en mesas a mantel y servilleta.

Eso, a veces, tiene sus inconvenientes. El mayor de ellos tiene nombre propio y se llama diarrea del viajero. Una enfermedad que una vez te atrapa, no te deja ni a sol ni a sombra durante varios días en los que maldices la hora en la que encontraste apetecible aquella samosa aceitosa del chiringuito en plena calle.

Otra de las cosas que te puede pasar es querer probar algún plato curioso de la gastronomía local, como podría ser el cuy en Perú y encontrarte frente a ti una cobaya en el plato. En este caso tenemos que decir que estaba muy bueno pero claro, mientras te lo comes no puedes dejar de pensar en el aspecto que tenía la cobaya antes de meterla en la sartén.

Imagen del cuy, comida típica de Perú.

4. La barrera del idioma (a veces)

El idioma es una de las cosas más importantes que necesitamos cuando viajamos. Sin él, la mayoría de las ocasiones nos encontraríamos perdidos. Ya sea por señas o a través de sonrisas, es algo que necesitamos constantemente.

En la mayoría de ocasiones no conoceremos el idioma local, pero como dicen que con el inglés se llega a cualquier sitio parece que no deberíamos preocuparnos más de lo necesario. Lamentablemente tenemos que decir que esto no es siempre así. Debéis saber que en muchos países, sobre todo cuando te alejas de las zonas más turísticas, las señas y las sonrisas tienen mucho más poder que el inglés, aunque a veces (las menos), estas tampoco sirven para nada.

No es raro que nos rindamos desesperados por no conseguir hacernos entender en una estación de tren o que preguntemos a alguien que nos acabamos de encontrar si vamos bien por esa dirección, asienta varias veces y al cabo de media hora andando, descubramos que vamos al revés de donde pretendíamos.

Aunque no todo son malas experiencias y como ejemplo, lo que nos pasó en Sri Lanka, donde conocimos a Wasathi, una chica que estaba de paso visitando a su hermana en una población cercana a Dambulla y cuando nos cruzamos con ella, se quedó mirándonos fijamente sin dejar de sonreírnos. Acabamos por acercarnos para iniciar una conversación con ella, pero ni nosotros hablábamos cingalés ni ella prácticamente nada de inglés y, sin saber aún muy bien cómo, acabamos por darnos las direcciones. Hoy, 3 años más tarde, aún seguimos enviándonos cartas. Ella está aprendiendo inglés en una escuela, por lo que nos resulta mucho más fácil entendernos que el día que nos conocimos.

Imagen de Wasathi en Sri Lanka.

5. No todos los lugares que conozcas te van a gustar

Cuando empezamos un viaje, ponemos en él todas nuestras ganas y, sobre todo, toda la ilusión.

En ocasiones esta ilusión se vendrá abajo porque no todos los sitios son tan idílicos o tan exóticos como nos los muestran en las guías de viaje o las fotografías que vemos en los catálogos de las agencias de viaje. A veces, algunos de los lugares que visitemos estarán tan repletos de gente que resultarán tan caóticos que los encontraremos prescindibles.

En otras ocasiones el agua de esa playa paradisíaca habrá perdido el azul turquesa de la foto de la guía que consultamos y nos parecerá mucho más «normal» de lo que habíamos soñado. O incluso aquel monumento que tantas veces has soñado ver, estará rodeado por andamios (algo probable cuando viajas por Europa, en la que las obras están a la orden del día).

6. Cambiar cada día de alojamiento a veces es agotador

Esta es otra de las cosas que no te suelen contar cuando te explican lo maravilloso que es viajar. Viajar significa moverse y cuando te mueves cambias de lugar, por lo que también tienes que cambiar el sitio en el que duermes por las noches.

Eso cuando llevas una mochila de 15 kilos en los hombros y un presupuesto ajustado no es tan fácil como pueda parecer a simple vista. Por no decir la necesidad que tenemos algunas veces de encontrar un hogar en medio de tantos cambios.

Sí que es cierto que es muy emocionante cambiar cada día de lugar, visitar nuevos lugares o conocer gente nueva, pero a veces, nuestro cuerpo y sobre todo nuestra mente necesita descansar unos días en el mismo sitio y levantarse por la noche reconociendo la habitación en la que está.

7. No todo el mundo es bueno, aunque quieras creerlo

Normalmente la gente que está acostumbrada a viajar, a moverse, tiene una percepción mucho más abierta de la gente que le rodea.

Esto es algo bueno, pero tampoco podemos descuidarnos ya que, por desgracia, no todo el mundo es bueno, aunque nos jorobe admitirlo.

Hay países por los que podrás viajar sin temor alguno a robos, timos u otros problemas, y otros en los que deberás prestar especial atención ya que la picaresca forma parte de su cultura. Con esto tampoco pretendemos crear ningún drama, pero conviene saberlo y no dejar todo al azar o a la suerte, o nos arriesgaremos a acabar lamentándonos por no haber sido previsores.

Eso, en algunos países, hace que debamos estar en alerta constante, algo que al final del día provoca un estrés añadido al viaje. Como ejemplo, lo que nos pasó en Sri Lanka, durante un safari que hicimos en Minneriya. Después de un par de horas de safari, el conductor nos animó a que bajásemos a estirar las piernas en un claro donde no había peligro, mientras él hacía unas llamadas. Ni lo pensamos un segundo, bajamos dejando las mochilas y dimos un paseo por la zona. Cuando volvimos, no intuimos nada malo ni, por supuesto, pensamos nada raro. Al día siguiente por la mañana (después del safari fuimos directamente al hostel y no salimos de la habitación), nos habían robado parte del dinero que llevábamos en una de las mochilas. Revisando las fotografías que habíamos hecho, vimos cómo el conductor se quedó en todo momento en el 4×4, observándonos. Pusimos una denuncia en la policía local y hasta querían meterlo en el calabozo, pero tampoco quisimos que la cosa fuese a más, así que únicamente avisamos para que tuviesen cuidado.

Eso sí, este fue un caso excepcional porque en Sri Lanka, la gente es maravillosa en todos los aspectos.

8. Siempre te va a quedar algo por ver

Cuando viajamos, sobre todo por un tiempo determinado, muchos de nosotros intentamos apretar tanto la planificación que hay días en los que casi no tenemos tiempo ni de respirar.

Al final vuelves de viaje tan cansado que necesitarías irte de nuevo para relajarte.

Planificar el viaje y darte cuenta de que no puedes encajar todo lo que quieres ver en los días puede resultar agotador y en ocasiones, frustrante.

Aunque en este punto sí que tenemos que decir que no está nada mal dejar algo por ver, así siempre tienes la excusa para volver.

9. No todas las playas son paradisíacas ni todos los destinos exóticos

¿Cuántas veces hemos escuchado un «tiene pinta de ser un lugar muy exótico» cuando decimos que viajamos a cualquier país lejano? Sea cual sea su nombre, parece que deba ser más exótico cuanto más lejos esté.

Esto no siempre es así. Poniendo un ejemplo concreto, podríamos hablar de India. En muchas ocasiones India se asocia a un destino exótico. Quizás esto se deba a algunas fotografías que podamos ver en las agencias de viaje de resorts de lujo o a las imágenes de algunos templos. Lamentamos decírtelo pero, si viajas por libre, dejando al lado el lujo, esto no es así. India podrá ser muchas cosas, pero sin lugar a dudas, la palabra exótico no entra aquí en el sentido literal de la palabra.

Playa paradisíaca en Tailandia.

10. No es oro todo lo que reluce

Muchísima gente, cuando sabe lo que viajamos, opina que somos muy afortunados. Efectivamente lo somos, pero en la mayoría de ocasiones no conocen, o no reparan, en el trabajo que hay detrás de un viaje si lo queremos planificar bien.

Sí que es cierto que para nosotros el viaje empieza en el momento en el que empezamos a pensar en él, pero de igual manera, el trabajo también empieza en ese mismo momento.

Comprar vuelos, reservar alojamientos, cambiar tu moneda por la local, planificar itinerarios, leer sobre el destino, pelearte con internet mientras intentas buscar información sobre un destino poco conocido… Todo eso implica sacar horas de donde no las hay y dedicar mucho tiempo. No es oro todo lo que reluce.

Eso sí, si te gusta viajar, todas estas cosas que no solemos contar se quedan en simples anécdotas del viaje. Y a ti, ¿qué cosas te incomodan de viajar?